Por lo visto, el marido tenía a su mujer tan excitada que estaba dispuesta a meterse cualquier agujero con tal de descansar, así que se buscó a un vecino, al que se folla periódicamente en su presencia. Al mismo tiempo ella se desinhibe por completo, y da en el culo, y en todas las rajas que él le pide, porque su gran polla le gusta a fondo, a juzgar por sus gemidos, incluso más que a fondo.
Ser sumisa y azotada es el destino de una mujer. Toda perra quiere ser castigada y ahuecada. Y si el amo lo desea, será follada no sólo por sus amigos, sino también por máquinas con pollas. Al mismo tiempo, la doncella se vuelve cada vez más lujuriosa y disponible. La lujuria es ahora su razón de ser.
# La quiero tan jodidamente hermosa